Por: Paulina Campaña, CEO de Hunter & Hunter, Ecuador
En el entorno actual, la cultura empresarial es un elemento esencial para el éxito de cualquier organización. En nuestro país, que se caracteriza por un tejido dominado por las pequeñas y medianas empresas (PYME), fomentar una cultura fuerte es crucial para mejorar la productividad, fortalecer la identidad y la cohesión interna de las organizaciones.
Las PYMEs constituyen aproximadamente el 99,5% de las empresas en el país y son responsables de más del 60,4% del empleo. Es decir, gestionar satisfactoriamente la cultura organizacional, no es solo una necesidad, sino una estrategia esencial para mantener una ventaja competitiva sostenible. No obstante, según estudios de la Cámara de Comercio de Quito, muchas de estas empresas carecen de políticas formales para gestionar su cultura, lo que puede resultar en desafíos significativos en términos de retención de talento y satisfacción laboral.
¿Cuál es realmente la cultura de una empresa? La defino como el conjunto de valores, creencias y comportamientos compartidos que forman el núcleo fundamental de cualquier organización. Es, en esencia, el corazón que guía la actuación de sus miembros.
Una cultura organizacional con propósito permite que los empleados comprendan su rol dentro de la empresa, al tiempo que se sienten más comprometidos con sus objetivos. Cuando una organización logra articular claramente su propósito cultural, facilita que los individuos actúen de manera coherente y alineada con los valores de su organización. Esto se convierte en un factor distintivo que puede atraer y retener talento, impulsando así la competitividad y la innovación en un entorno tan desafiante como el actual.
Es por eso, que la implementación de espacios dedicados al diálogo sobre la cultura empresarial es fundamental. Estos foros proporcionan a los colaboradores un mayor sentido de pertenencia y compromiso. Un estudio reciente de la Superintendencia de Compañías de Ecuador en 2023 reveló que las empresas que llevan a cabo reuniones regulares sobre cultura organizacional reportan un aumento del 30% en la satisfacción laboral en comparación con las que no lo hacen.
Otras fuentes indican que un diálogo abierto puede mejorar significativamente el ambiente de trabajo. Datos de la Cámara de Comercio de Quito muestran que las empresas con prácticas de comunicación abierta experimentan tasas de retención de colaboradores hasta un 20% superiores a las de empresas sin estas prácticas. La participación activa en la toma de decisiones y la transparencia son altamente valoradas por los trabajadores ecuatorianos, reflejándose esto en una mayor lealtad y productividad.
Por todas estas razones, considero que invertir tiempo y esfuerzos en los espacios para discutir y reflexionar sobre la cultura empresarial es estratégico para toda organización que aspire a potenciar e innovar su gestión, lo cual indiscutiblemente se traducirá en un aumento de la productividad, pues es el compromiso de nuestros colaboradores el que nos llevará al siguiente nivel.
Fuentes:
